sábado, 20 de octubre de 2012

Castellar de la Frontera, detrás de la zanahoria





En 1983 la finca de La Almoraima, de 16.000 hectáreas, fue expropiada por la ruindad de una pandilla de  miserables advenidos al poder con el cabecilla Felipe González dispuesto a robar, como así lo consiguió, el 10% del PIB de España, siendo un 2% generado por el Holding Rumasa.

Se expropiaron, el tiempo ha demostrado que de manera delictiva, 700 empresas y 23 bancos de D. José María Ruiz-Mateos.



No me cuesta nada imaginar  el estentóreo jaleo de alegrías al canto demagógico del sinvergüenza Alfonso Guerra coreando el "to par pueblo". Todo un pueblo, en concreto, debió regocijarse con ese frotamiento de manos colectivo cuando se anunció la expropiación de Rumasa en 1983, considerando que la finca de La Almoraima estaba en las cercanías y era propiedad de D. José María Ruiz-Mateos. 


En Castellar de la Frontera han tenido tiempo para descubrir que los forajidos que expropiaron a punta de metralleta al propietario,  fueron los manipuladores de tontos útiles para prometerles la zanahoria de igual modo que los asnos trotan el camino sin llegar a degustar el premio. 

Personalmente,después de conocer muy de cerca la criminalidad del felipismo con el perfecto delincuente  de Felipe González-perfecto delincuente porque sus actividades delictivas se aseguraron de quedar sin castigo-, premiado con la impunidad, la compra de la Justicia, y las millonarias compensaciones de los amigotes Cisneros y Slim,  los habitantes de Castellar probablemente tengan merecidas las consecuencias de esas miras codiciosas con que les engañaron para justificar una expropiación delictiva como vergonzante capítulo de la Historia de España.

Si de manera fehaciente se ha de mostrar esa España de lo sucio, rastrero, mezquino e hipócrita que se pretende encubrir con el silencio conchabado de todos los que se beneficiaron, es la expropiación de Rumasa el máximo exponente de la pútrida concepción de una democracia cuyo tufo proviene de la política, de la banca, de la judicatura, de instituciones aparentemente honorables y parásitos con aires de grandeza adquiridos a base de robar patrimonios por decreto ley. Seguramente habrá gente honesta y honrada pero es difícil averiguar dónde encontrarla.

La finca de La Almoraima, comprada por el Sr. Ruiz-Mateos lícitamente por 600 millones de pesetas de entonces, posee un valor de retasación de 51.000 millones.; una cantidad suficiente para pagar a los Inversores de pagarés. Si sumamos todas las retasaciones que el abogado burgalés García Gallardo realizó por el incumplimiento de la Ley de Expropiación Forzosa de 1954, vulnerado el artículo 58, el montante de indemnizaciones que debe el Estado por la canallada delictuosa de la expropiación de Rumasa asciende a 3 Billones de pesetas. Solo Galerías Preciados importa 1 Billón de pesetas y está sobre la mesa del Tribunal Supremo.

Es repugnante observar a tanto hijo de mala madre ignorar algo tan evidente dejando muy clara la hipócrita concepción de un país donde nada ni nadie son lo que parecen ser.

Es obligado recordar- por la mucha hostilidad de resentidos sin causas, mediocres jueces de la calle y las tertulias televisivas, envidiosos con saña y demás fauna del resentimiento visceral que vergonzantemente caracteriza a algunos sectores de la sociedad- que D. José María Ruiz-Mateos fue absuelto, en 1996,  de todas las imputaciones que la basura gobernante de entonces pretendió adjudicarle dejándole, además, en absoluta indefensión.

Es obvio deducir que si alguien que está acusado de robar una cartera ajena- siendo la suya propia- es inocente y absuelto de imputaciones, debería la Justicia reintegrar lo que se le quitó con falsas acusaciones. Hete aquí que en la justa compensación de una consecuencia lógica derivada de una inocencia demostrada, ésa tan cacareada Justicia se indispone descaradamente dejando que se dilate durante treinta años una decisión compensatoria por los daños y perjuicios sufridos por el empresario.

La realidad asqueante de esta España tan querida pero con tanto hipócrita suelto, es que un hombre inocente sufrió el expolio brutal de todo su patrimonio y jamás se hizo nada por compensarle del calvario sufrido. Cualquier español mataría si se le tratara así. Milagroso es que los protagonistas de semejante arbitrariedad delictiva no hayan sido pasados a cuchillo pues la venganza del empresario consistió en crear riqueza y generar empleo. Milagroso que tanto cerdo siga hocicando a cuenta de lo robado.

El dinero nunca le importó a D. José María pues muchos pueden decir de los miles de millones de pesetas que ha regalado. Cierto es que siempre declaró que le costaba pagar impuestos a un Estado que le saqueó miserablemente el trabajo de toda una vida y lo dejó en indefensión absoluta. 

La paradoja es que un hombre justo se enfrentó a todo un Sistema corrupto que pretendía obligarle por Ley lo que a él, en lo más elemental,  se le ha negado. Puede decir, afirmar taxativamente, que cree en la Justicia pero que no existe en España.
   Un hombre singularmente genial tuvo que enfrentarse involuntariamente con la codicia conjunta de una gentuza que bien especuló con su existencia personal y profesional.

La Almoraima fue gestionada por sinvergüenzas con patente de corso; como así pasó con Galerías Preciados vendida a precio de saldo por 1.000 millones a los amigachos del repugnante playboy de pacotilla, ridículo cantamañanas convertido en hombre de la patria Mister X, para luego revenderse por 30.000 millones al Grupo Montleight. No es extraño pues que ahora los más necesitados del pueblo comprueben, una vez más, que fueron los tontos útiles que recorrieron un largo camino hacia la ruina. 

Es lo que pasa por dejarse guiar por majaderos; ilusionados con la expropiación contra un hombre trabajador y honrado, superlativo en ingenio inalcanzable para la mayoría, descubrieron que los gritos de júbilo con las promesas demagógicas del socialismo solo les iba a conducir al enriquecimiento ajeno y a la pobreza propia.

Seguro que tantas quejas por no poder percibir lo que se robó a un hombre íntegro, con el alborozo del pueblo de Castellar, no son ni un ápice de intensas que lo sufrido silenciosamente por el empresario y financiero jerezano. 

Que no se lamenten. La ignorancia siempre se cobra el precio que procura su daño.


Por otro lado, sí es verdad que esta finca de 16.000 hectáreas, robada con armas por delincuentes que usaron la demagogia para engañar al cándido pueblo, podría ser respuesta suficiente para cumplir con los Inversores.


Lo paradójico es que esa Justicia que se hace la sueca en España para intervenir por el daño causado contra el empresario de manera tan atroz, es la misma que ha embargado el patrimonio de D. José María con el que podría pagar tres veces la deuda de los Inversores. En tanto están asfixiadas miles de personas que solo con un poco de eficacia judicial verían cómo se puede resolver rápidamente un drama que pretende solucionar cuanto antes el empresario.


Son esas paradojas de una España de tantas mentiras donde el héroe pasa por villano y los villanos por próceres de la patria. Luego nos sorprendemos de los resultados institucionales y económicos  de tanta hipócrita estulticia.

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